lunes, 27 de junio de 2011

El “yo con yo

Por Bernardo Ramírez del Valle

El “yo con yo” es un juego político de “suma cero” y “toma todo” al que parecen jugar en Cartagena y Bolívar, para las elecciones del próximo 30 de octubre, los más representativos partidos políticos. Es un juego en el que los partidos y movimientos políticos cierran las posibilidades a cualquier alianza electoral con sus pares para la elección de alcalde y gobernador y pretenden “hacer moñona” para sacarse al tiempo ambos cargos con su propio capital político. En este sentido se otorgan avales a aspirantes del mismo partido para inscribirse como candidatos a alcaldía y gobernación. Es el caso del Partido de la U, que al parecer llevará candidatos propios a la alcaldía de Cartagena (seguramente en cabeza de la candidata gremial Silvana Giaimo) y la Gobernación de Bolívar, en cabeza de la aguerrida dirigente Rosario Ricardo. Igual sucede con el Partido Liberal que lleva a la Gobernación al joven abogado Juan Carlos Gossaín y a la alcaldía de Cartagena a un aspirante por definir entre el ex alcalde Carlos Díaz Redondo, el ex alcalde menor José Ricaurte y un tercero; y del Partido Conservador, que lleva al veterano dirigente Jesús Puello Chamié y a la ex secretaria de educación distrital Roxana Segovia como candidatos a la gobernación y la alcaldía respectivamente. Contrario a estos partidos, Cambio Radical se encuentra profundamente dividido entre los sectores que orientan los senadores Javier Cáceres Leal (que no postulará candidatos e irá en alianza con la U) y Daira Galvis Méndez (que apoya a María del Socorro Bustamante a la alcaldía) mientras que el PIN ensaya por interpuestos movimientos afines las candidaturas a la gobernación de Giovanni Meza y Augusto Salas y plantea alianza con el sector de Daira Galvis. Del Polo nada se sabe y de los movimientos independientes el de mayor intención electoral, que supera con creces a los demás partidos, es el que abandera el carismático comunicador social Campo Elías Terán Dix para la alcaldía. Siendo ello así, se esperaría que en estas elecciones no se produzcan alianzas entre los partidos de la U, Liberal y Conservador al llevar candidatos propios a ambos cargos, lo que anula cualquier combinación electoral. No obstante, de aquí al 30 de octubre muchas cosas pueden suceder, pues como es sabido en política dos más no son cuatro y a última hora pueden darse los consabidos “amarravacas” en los que los partidos cuyos candidatos aparecen como distantes perdedores en las encuestas electorales los abandonan y deciden apoyar al de mayor opción. Por eso no es extraño que al comienzo de un proceso electoral los partidos y movimientos políticos otorguen avales concurrentes a aspirantes a ambos cargos, pues esta estrategia les permite cogerle el pulso a la opinión ciudadana y evaluar la opción electoral más conveniente. Incluso pueden llegar con ambas aspiraciones hasta un mes antes de la fecha de las elecciones, límite que consideramos razonable para desistir de sus ambiciones electorales. En el entretanto, pasan de un “juego de suma cero” y del “toma todo” al “juego del gallinas” en el que se muestran como valientes y agresivos contendores dispuesto a perderlo todo, a semejanza de lo que sucede en una carrera automovilística de 200 metros cuya pista termina al borde de un profundo precipicio y en la que los pilotos deben calcular bien su velocidad respecto de la meta no solo para llegar primero a ella sino también, para en caso de lograrlo, aplicar correctamente el freno y no caer al precipicio. Generalmente, antes de los 50 metros finales de la meta, muchos pilotos se acobardan y deciden abandonar la carrera. Sólo el que tenga la mejor máquina, el mejor piloto y el mejor equipo de asistencia técnica logrará ganar la carrera, frenar al borde del precipicio y disfrutar de las mieles de la gloria. 

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